Primera consideración: La autoimagen saludable como prerrequisito básico
He mencionado la autoimagen en muchas de mis entradas del blog, por ejemplo, en el post Anticuado. Estoy seguro de que la autoimagen es un fenómeno muy complejo y multidimensional. Hay dos niveles evidentes: el físico y el psicológico. El componente temporal, en el que también influye el entorno causal respectivo, hace que nos resulte aún más complejo tratarlo. Llevo mucho tiempo convencido de que la correspondencia entre la realidad de lo que somos y cómo somos y cómo nos percibimos a nosotros mismos difiere enormemente. Esto se complica aún más por otro componente, a saber: ¡cómo nos gustaría ser! Me encanta asociar el término autoimagen con autoengaño. Las posibilidades de engañarnos a nosotros mismos y a los demás son ilimitadas: los humanos somos increíblemente ingeniosos cuando se trata de ello. Los narcisistas se valoran a todos los niveles, los depresivos se devalúan, los dependientes coquetean con sacrificarse, etc., etc…. Para que podamos comunicarnos entre nosotros, tenemos que formar una realidad social común. Esto sólo es posible si podemos desarrollar un mínimo de autenticidad. Si nuestra propia realidad se desvía mucho de la idea que tenemos de nosotros mismos, se convierte en algo problemático: para nosotros mismos y aún más para nuestros semejantes.
Lo ideal sería que la imagen que una persona tiene de sí misma se correspondiera en gran medida con sus capacidades reales y sus posibilidades físicas y psicológicas. Que rara vez es así, lo afirmo aquí con plena convicción. ¿Qué hay de malo en ello, te preguntarás, si no es así? Pues que es adorable, porque una fuerte desviación afecta también al comportamiento de las personas. Especialmente en las relaciones se vuelve problemático. Esto, a su vez, influye decisivamente en nuestro orden social. Me gustaría decirlo así: cuanto mayor sea la discrepancia entre la persona tal como es y cómo se percibe a sí misma, más problemas causará. Si la imagen de sí mismo coincide en gran medida con la realidad, entonces estamos ante una personalidad auténtica e íntegra.
Volvamos a la autorrealización. Por lo tanto, está bastante claro que una autorrealización satisfactoria requiere una autoimagen adecuada y sana: sólo entonces tendré la oportunidad de realizarme.
Pero ¡cuidado! Por una autoimagen sana no entiendo una correspondencia perfecta entre realidad y percepción. Si así fuera, no evolucionaríamos. Probablemente estaríamos rebosantes de autocomplacencia, llenos de satisfacción interior, resignándonos al hecho de que somos estupendos tal como somos y no deberíamos esforzarnos por seguir evolucionando. Estoy convencido de que necesitamos una sana discrepancia entre nuestra autoimagen y la realidad para sentir la presión de hacer algo por nosotros mismos. Mejorar, crecer y hacer algo de nuestras vidas es una cualidad deseable siempre que ocurra en un grado saludable. Puede y debe satisfacernos. La discrepancia de la autoimagen es el motor del desarrollo, porque fomenta el conflicto en nuestro interior. ¿Se supone que los conflictos son buenos? Sí, absolutamente. También he redactado varios artículos al respecto.
Todavía no lo he publicado en español, pero lo haré pronto.
Boundaries in everyday life, how do I protect myself /Part1
Boundaries in everyday life, how to protect myself /Part2
Boundaries in everyday life, how to protect myself /Part3 «will be delivered later»
The power of change «will be delivered later»
Conflict – how to deal with it «will be delivered later»
Conflicts Part2: Intra- or Interpersonal Conflict
Conflicts Part3: Relational Conflicts
En el próximo post escribiré sobre los anhelos y los deseos, la segunda reflexión. Seguirán algunos niveles más.